Josep Pedrals: “El lector debe decidir cómo juega con el libro” LaVanguardia (09.11.18)

Josep Pedrals: “El lector debe decidir cómo juega con el libro”

El autor catalán presenta su nuevo libro, ‘Els límits del Quim Porta’ (LaBreu)

Josep Pedrals (Barcelona, 1979) acaba de presentar un nuevo libro, Els límits del Quim Porta ( LaBreu), y ya tiene confirmada una gira con casi veinte citas, de Perpiñán a València pasando por media Catalunya y hasta tres veces en Barcelona, entre las cuales las celebradas recientemente en el Horiginal (ahora La Rubia) y en el festival Alcools de la Sala Beckett.

El nuevo libro pone punto final a la trilogía Els diaris de Bolló, que inició El Furgatori (2006) y siguió El romanço d’Anna Tirant (2012).

Sí, es un alivio pero también queda un cierto vacío. Completé cosas que había empezado hace más de quince años. Necesitaba llegar aquí, y ya está bien dejarlo.

En aquellos dos libros, Josep Pedrals editaba la obra de un tal Quim Porta, pero ahora Porta ha desaparecido, y Pedrals lo busca.

Pero no buscan a la persona, sino una entelequia dentro de los escritos… ¿Dónde está lo que importa? ¿Dónde está Quim Porta? Es muy abstracto, realmente. Pide un pacto con el lector muy fuerte, porque es él quien debe decidir qué le interesa y qué no, y cómo juega con el libro.

Usted es poeta y el libro se incluye en una colección de poesía, pero no es un libro de poemas. Son 615 páginas que mezclan narrativa, ensayo, poesía…

Hay una estructura novelística más cerrada, pero al mismo tiempo tiene casi doscientos poemas. Es un ensayo novelado lleno de poemas y diálogo, o una novela ensayística, si se quiere. Al final todo se convierte en alegoría y quizás se ve más claro el ensayo. No he hecho ningún poemario clásico, y muchos de los poemas que recito no los he puesto en ningún libro porque no me iban bien. Cuando hago libros me gusta darles una determinada entidad. Además incluyen mucha reflexión sobre el oficio. No sé si tengo ninguna necesidad de hacer un libro de poemas al uso, pero de este libro quizás saldrían cuatro o cinco. Por ejemplo, he incluido un poemario que escribe uno de los personajes…

¿Empezó pensando qué quería decir? La estructura es muy marcada, no está escrito a chorro…

De hecho, como colofón de la trilogía hay cosas que ya las tenía pensadas de hace quince años. Hay argumentos de El Furgatori que dejaba abiertos y ya sabía cómo los quería cerrar. Sobre el material que tenía y lo que quería decir sobre la difu­minación de la autoría busqué ar­gumentos para explicarlo, y entonces me hice las estructuras y a partir de allí iba trabajando. De hecho es un libro ultraestructurado, hice un montón de esquemas, pero al ­mismo tiempo me daba cierta libertad a la hora de hacer los poemas, que ­salen como respiraciones que hay en medio de la trama novelesca.

Le han calificado de Mozart de la poesía catalana por su facilidad, como si no se esforzara…

Puede parecer muy natural, pero hay mucho trabajo. Es un libro muy barroco, pensado casi frase por frase. Midiendo bien el ritmo, intentando que haya juegos de vocabulario en casi cada línea… Parece muy natural porque está muy trabajado. Los últimos meses fui recortando, aligerando y reescribiendo. Hay alguna descripción que la he escrito tres veces para ver cómo ir al grano.

Tiene un registro popular, coloquial, y a la vez muy culturalista, hiperculto incluso. Las formas y el tono son populares, pero la materia es densa, con referentes y vocabulario cultísimos.

La pretensión era hacer un libro con entidad y al mismo tiempo hacerlo pasable. Que se vea que hay un fondo profundo pero que puedas ir siguiendo unos argumentos sin pillarte los dedos. Y si alguien se lo quiere leer tres veces todavía encontrará cosas. Hacer un libro que lo puedas reanudar y jugar tanto como quieras. Yo doy muchos recitales, que es algo totalmente efímero, pero cuando cojo un libro quiero que precisamente sea todo lo contrario. Hacerlo pasable pero con toda la profundidad. Quien quiera puede coger el diccionario veinte veces cada dos páginas.

Josep Pedrals es el personaje protagonista…

Quería jugar a que el estilo recargado fuera parte del argumento, y necesitaba ponerme preguntándome por qué utilizo estas formas, los tiempos verbales simples, o así. Me iba bien por todo lo que se destila sobre la desaparición del autor. Y para reírme de mí, también, porque si haces un tinglado así de grande y no haces un poco de cachondeo todo es insoportable, sería pura pedantería, que bastante que hay.

Bastante o incluso mucha.

Pero con una cierta naturalidad; yo me he criado en una biblioteca, y determinadas cuestiones me salen sin ni darme casi cuenta. Pero todos los personajes son pedantes, aquí.

A su personaje lo acusan de ser un “catedrático de superficie y pintoresquismo”, cosas que le han reprochado a usted.

¿Por qué me lo deben decir? Intento encontrar en el libro qué ven los demàs para tildarme así. El libro también es como una defensa. Algunas de las críticas de mis libros las han escrito sobre mí y me gusta poder defenderme haciendo literatura.

¿Conseguirá quitarse algún día el calificativo de versaire?

Llega un punto en que me da igual. Si uno lee mis libros ya verá que hay más. Quizás lo han dicho después de verme en algún espectáculo, pero yo diferencio totalmente un libro de un espectáculo… Todo el mundo tiene el derecho y el deber de cambiar.

Francesc Bombí, La Vanguardia (02.11.18)

Categoria: Alabatre, Col·leccions, Diaris, Premsa  |  Etiquetes:

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